CUANDO LA VIDA DEPENDE DE UN FRASCO
EL EDITORIAL DE HOY
Los medicamentos de alto costo no son un lujo…
son la línea que separa la vida de la ausencia.
Cada ampolla, cada frasco, cada tableta,
lleva dentro el pulso de una madre,
el suspiro de un niño,
la fe de un pueblo que no se rinde.
Hoy más de 16 mil dominicanos dependen de ese milagro químico llamado
esperanza.
No hay excusa válida para que falten.
Ni burocracia, ni papeleo, ni presupuesto.
El cáncer no espera firma,
el dolor no entiende de decretos.
Un país se mide por cómo cuida a sus enfermos.
La salud no es favor político ni gesto de caridad:
es un derecho sagrado, que debe blindarse con transparencia,
con ciencia, con moral y con amor humano.
Invertir en medicamentos es invertir en vida,
en productividad, en futuro,
en el rostro que sonríe cuando vuelve a respirar sin dolor.
Desde mi tierra Vallejuelo dicen:
“El que tiene el remedio y no lo da, carga con el dolor ajeno.”
Que no nos pese ese dolor…
Que el Estado sea el remedio,
que la salud sea prioridad,
y que la vida siga siendo el milagro más alto del ser humano.
