EL EDITORIAL DE HOY
La violencia que estremeció a Los Girasoles no es un hecho aislado.
Es el eco amargo de un sistema que se desangra en silencio…
cuando la justicia se adormece, y la autoridad titubea,
los vándalos avanzan y la sociedad retrocede.
La República Dominicana necesita menos excusas y más acciones.
No podemos seguir aplaudiendo la impunidad ni justificando lo injustificable.
Permitir que el crimen reine es una forma de abdicar del deber moral.
Porque como escribió Aristóteles: “Tolerar la injusticia, es hacerse cómplice de ella.”
El país exige una reforma real y valiente,
un sistema penal que eduque, disuada y castigue con equidad.
Las estadísticas hablan por sí solas:
siete de cada diez delitos urbanos provienen de reincidentes…
y eso no es casualidad, ¡eso es negligencia institucional!
La sabiduría popular de mi Vallejuelo querido lo resume así:
“Si al fuego se le sopla con miedo, el humo te ahoga igual.”
El miedo no puede dirigir la Nación.
Las autoridades deben imponer respeto sin abusar,
actuar con fuerza sin perder la razón,
castigar con justicia y gobernar con ética.
La paz no se compra, ni se ruega:
se impone con moral, ley y propósito.
Y si la ley calla, el crimen gritará más fuerte…
pero mientras exista Fe, verdad y valor,
la República Dominicana seguirá de pie,
porque el bien siempre vence, aunque sangren los justos.
HASTA AQUÍ NUESTRA NOTA EDITORIAL
